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Cómo comer un Stroopwafel (La manera correcta)
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Has desempaquetado un stroopwafel. Lo sostienes delicadamente, como un pequeño disco dorado. ¿Y ahora qué?
En Hans Egstorf—la panadería más antigua de Ámsterdam—creemos que comer un stroopwafel debe ser una experiencia. Una que sea lenta, un poco pegajosa y silenciosamente satisfactoria.
Ya sea que acabes de entrar en nuestra panadería en Spuistraat o hayas abierto una lata en casa, aquí te mostramos cómo comer tu stroopwafel de la manera correcta.
La forma tradicional de disfrutar un stroopwafel es colocarlo suavemente sobre una taza caliente de café o té. Deja que el vapor suba. Deja que el caramelo se ablande. Espera uno o dos minutos (si puedes). El waffle se calienta suavemente, el jarabe se derrite lo justo, y comienza la magia.
Este método no es un truco, es parte del ritual. Se remonta a generaciones, y nuestros clientes habituales te dirán: vale la pena la espera.
Consejo: Un stroopwafel fresco de nuestra panadería ya estará caliente. Pero si estás disfrutando uno de nuestro tarro o caja de regalo en casa, este paso lo revive maravillosamente.
Una vez que tu waffle se haya ablandado un poco, es el momento. Levántalo con cuidado (podría estar un poco pegajoso) y da un mordisco.
Deberías sentir cómo la crujiente capa exterior del waffle cede ante el cálido jarabe especiado con canela en su interior. Un pequeño estiramiento. Un ligero derretimiento. Un sabor rico, pero nunca pesado.
Este es el stroopwafel en su mejor momento: dulce, equilibrado y profundamente reconfortante.
Aunque siempre amaremos el enfoque clásico, hay espacio para experimentar.
Aquí hay algunas formas en que nuestros clientes disfrutan sus stroopwafels más allá de la taza de café:
Lo hemos visto todo. La clave es empezar con calidad. Ya sea que te deleites con nuestra receta original de 1898 o pruebes algo nuevo, un auténtico waffle de caramelo holandés siempre debe comenzar con artesanía.
¿Un error común? Comprar solo uno.
El stroopwafel es mucho más que un dulce, es un momento de indulgencia. Y una vez que has probado uno, las probabilidades de detenerte ahí son pocas.
Por eso los horneamos en pequeños lotes diariamente y los empaquetamos en latas, frascos y cajas de regalo. Así puedes compartir (o no), almacenarlos de forma hermosa y siempre tener uno listo cuando vuelva el antojo.
¿No cerca de una taza de café? No hay problema.
Nuestros stroopwafels están diseñados para disfrutarse dondequiera que estés: en un paseo por Ámsterdam, guardados en una maleta o abiertos en tu escritorio. Aunque calentarlos mejora la experiencia, son igual de deliciosos a temperatura ambiente, especialmente cuando están hechos con mantequilla real y jarabe prensado a mano, como los nuestros.
En Hans Egstorf, hemos estado horneando stroopwafels en el corazón de Ámsterdam desde 1898. Nuestro método no ha cambiado mucho, simplemente porque no es necesario.
Ya sea que lo disfrutes en silencio o en compañía, envuelto en papel o bañado en chocolate, una cosa es segura: un stroopwafel adecuado siempre te deja pensando en el siguiente.
Tu café está listo. También tu gofre.